La detección y el desarrollo de talentos deportivos ha sido, durante décadas, una estrategia implementada, a nivel internacional, con el propósito de obtener deportistas de élite. La rivalidad entre países, para obtener medallas en los juegos Olímpicos y campeonatos del mundo, se ha intensificado y condujo a que las naciones incrementeran su inversión en los sistemas y estructuras deportivas, para identificar y desarrollar atletas excepcionalmente talentosos, generando, de esta forma, un aumento significativo en el número de Estados que logran galardones, en dichos eventos.
El relativo éxito obtenido en los países del Este de Europa, con la participación de deportistas muy jóvenes, contribuyó a crear la idea de la necesidad de mejorar los sistemas de selección, de detección y a una iniciación temprana, en la práctica de un solo deporte, idea que fue reforzada por entrenadores, investigadores y medios de comunicación, emergiendo, de esta forma, como requisito para el éxito deportivo. Esto condujo, a la determinación de una serie de criterios indispensables para una victoria deportiva, como iniciación temprana en el deporte y la competencia, especialización temprana, largas carreras y elevados volúmenes de entrenamiento. Dichos criterios han sido analizados en las últimas décadas, pero no se han reportado afirmaciones científicas serias sobre la correlación entre estas características y el éxito deportivo; por el contrario, se ha consolidado una fuerte y suficiente evidencia científica, que indica los efectos negativos para la salud de los niños y adolescentes e, incluso, para el mismo rendimiento deportivo, la aplicación de estos criterios. El presente estudio realiza una indagación de la evidencia científica, con el objetivo de determinar la solidez de los diversos postulados, en torno al entrenamiento intensivo precoz y a la especialización temprana.